jueves, 27 de marzo de 2008

Chelsea girls de Andy Warhol


Chelsea girls es el tercer largometraje de Warhol (1966). Tras Sleep y Empire, 214 minutos en blanco y negro con provocadores e infinitos primeros planos y rudimentarios experimentos de multipantalla.
Niko era una de las protagonistas de Chelsea girls. Una suntuosa modelo alemana a la que, poco después, Leopoldo Pomés fotografió sobre el caballo blanco de Terry por las dunas de Doñana en los spots televisivos de Terry me va. Luego Niko se perdió por Ibiza cabalgando otros caballos. Por cierto que el protagonista de El silencio de un hombre (Jean Pierre Melville, 1967) todavía no se ha manifestado acerca del anuncio de la próxima publicación de My Way, a moi, una especie de autobiografía de su hijo ilegítimo Ari, habido de la relación que el actor tuvo con Niko, la musa de Velvet Underground. Un hijo a quien nunca reconoció y que, es de esperar, se tome ahora magnífica venganza por escrito.
Chelsea, junto con Carnaby Street, fue el barrio de moda de la orilla izquierda del Támesis, donde Michelangelo Antonioni situó el estudio del fotógrafo interpretado por David Hemmings, en
Blow-up, su primera película no italiana tras la tetralogía sobre la incomunicación.
En Blow-up debutó otra Chelsea girl, prototipo de las primeras chicas con minifalda de Mary Quant: Jane Birkin.
Chelsea Clinton, nacida en 1980, es el recuerdo visible de aquella década. Bautizada así en honor a una canción de Joni Mitchell y Judy Collins, favorita de sus padres Chelsea morning. Pero también como homenaje a la época del propio Clinton, que fue testigo de los ideales estéticos e ideológicos del Londres de los sesenta. Allí, entre otras experiencias aun no descubiertas por el inquisidor Starr, fumó marihuana y dio la espalda a la guerra de Vietnam. Dos afrentas a la América reaccionaria, dos bumeranes en su biografía presidencial.
El éxito no le hizo olvidar sus ilusiones artísticas y, de noche, se iba a los clubes bohemios del Greenwich Village para cantar bajo el pseudónimo de Chelsea.
...pero rompió con él en cuanto conoció al cantante Prince, autor de la banda sonora de la película. La música volvía a cruzarse en su camino y no quería dejar pasar una ocasión de oro. Se mudó a su casa de Minneapolis, hizo voces para uno de sus discos y grabaron juntos el videoclip Steamy Lover's Dialogue.
Surge así, para asombro de sus antiguos conocidos, un nuevo mito sexual llamado Kim Basinger. Los ochenta son la década de la venganza de las treintañeras. Mujeres espléndidas, como Kathleen Turner, Jessica Lange, Michelle Pfeiffer y Kim (tenía entonces 32 años), que se dieron a conocer entradas en la veintena y se convierten en diosas del amor y objetos de deseo cumplidos los 30, edad a partir de la que Hollywood relega a sus actrices a papeles de madre.



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